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Esta vendo Portugal
Eduardo Souto de Moura Premio Pritzker 2011
El arquitecto portugués de 58 años Eduardo Souto de Moura ha sido galardonado con el Premio Pritzker de Arquitectura, el galardón más importante en este campo, convirtiéndose en el segundo portugués en conseguir este prestigioso premio.
El jurado del galardón, que en España sólo ha logrado Rafael Moneo, considera este trabajo en especial ‘…muscular y monumental’ e integrado en ‘el poderoso paisaje’, mientras que de otro de sus proyectos, las Torres Burgo en Oporto, resalta que ‘dialogan entre ellas’ y con el paisaje urbano.
Su maestro, Álvaro Siza, con el que trabajó varios años antes de fundar su propio estudio, ha destacado su creatividad: ‘Su originalidad no es gratuita, es una originalidad basada en las raíces y la historia de la arquitectura portuguesa y no solo portuguesa’.
El estadio de Braga no tiene gradas tras las porterías, así que se confunde con las laderas del monte en forma de anfiteatroEn 2005, el creador, nacido en Oporto, recibió el FAD por el Estadio Municipal de Braga, una de sus obras más destacadas, formado sólo por dos gradas: no las hay tras las porterías, de manera que la estructura se confunde con las laderas del monte en forma de anfiteatro de roca.
El Pritzker, considerado el ‘Nobel’ de arquitectura, es un premio anual dotado con 100.000 dólares (70.994 euros), con la que se reconoce el trabajo arquitectónico de un artista vivo.
El jurado del Pritzker 2011 formado por Palumbo, Alejandro Aravena, Carlos Jimenez, Glenn Murcutt, Juhani Pallasmaa, Renzo Piano y Karen Stein, ha decidido otorgar el premio a Eduardo Souto de Moura por un trabajo desarrollado durante tres décadas en el que ha combinado la modernidad ‘con los ecos de la tradición’, tal y como han declarado a la prensa.
El presidente del jurado, Peter Garth Palumbo, explica en el fallo del premio que ‘sus edificios tienen la habilidad única de transmitir al tiempo características aparentemente contradictorias: poder y recato; bravuconería y delicadeza; autoridad y descaro público y sentido de la intimidad’.
Desde que Souto de Moura estableció su propio estudio, en 1980, ha concluido alrededor de 60 proyectos, la mayoría en Portugal, pero también ha trabajado en España, Italia, Alemania, Reino Unido y Suiza. Sus proyectos van de casas familiares a cines, centros comerciales, hoteles, apartamentos, oficinas, galerías de arte, museos, escuelas, estadios deportivos, como el municipal de Braga (Portugal), e instalaciones de transporte, entre otras el metro de su ciudad natal, Oporto, donde vive y trabaja.
En 1998 recibió el Premio Fernando Pessoa -que distingue anualmente a personalidades portuguesas en los campos de las artes, la literatura o las cinecias- por la obra de remodelación de la Aduana de Oporto y de la Casa de las Artes de esa ciudad. El jurado le definía en aquella ocasión como “símbolo de la escuela de arquitectura de Oporto”.
Influido por la escuela suiza en la búsqueda de la simplicidad y el confort, Souto de Moura considera que los edificios rara vez son el resultado de las ideas de los arquitectos, ‘ya que la arquitectura está generalmente condicionada por el dinero y la estricta legislación que hay que cumplir’.
Eduardo Elísio Machado Souto de Moura, el segundo portugués en lograr el Pritzker, estudió Arquitectura en la Facultad de Bellas Artes de Oporto y después de trabajar en el estudio de su colega Alvaro Siza, con el que proyectó el pabellón de Portugal para la Expo Hannover 2000, abrió su propio taller, aunque combina sus proyectos con la labor de profesor en diversas universidades del mundo.
Los estratos urbanos de Gonçalo Byrne
El Pais - Anatxu Zabalbeascoa - 26.11.2010
Como cualquier persona, una ciudad es una y muchas al mismo tiempo. Que la historia de cualquier lugar está construida a base de capas es más cierto en las ciudades, donde el paso del tiempo queda petrificado en estratos que se entretejen, solapan, pelean y a veces ocultan unos a otros. Esa narrativa urbana, que a veces recupera, otras imagina y tantas más sólo apunta, está presente en los trabajos y en la docencia que imparte el arquitecto portugués Gonçalo Byrne. Y la muestra Gonçalo Byrne, urbanidades que la Fundación Barrié de la Maza expone en A Coruña hasta el tres de Abril trata de explicarlo.
El tiempo de Byrne es el de la larga duración, el que llevó a Álvaro Siza a realizar un trabajo de orfebre para reconstruir el Chiado lisboeta desde un idioma actual pero fuera del tiempo, tras el incendio de 1988. El mismo que dos siglos atrás permitió que el ingenio recuperase la Baixa Pombalina de entre los escombros del terremoto de 1755. En el breve texto titulado El narrador de las ciudades que aparece en el catálogo de la muestra, Nuno Grande cita a Byrne afirmando que “la belleza de Lisboa es proporcional a su vulnerabilidad”. Él propio Byrne ha aprendido esa lección firmando una arquitectura de ideas drásticas y cuidados quirúrgicos. Lo ha hecho desenterrando capas de piedra y tiempos antiguos, rescatando ruinas romanas, medievales o neoclásicas para levantar un museo a partir de los restos de un baile tipológico que había transformado un edificio de basílica en Palacio en el camino hacia el museo que él finalmente hizo. Por eso la historia que le interesa a Byrne es una historia del futuro que es también, sin embargo, una de antropología de las piedras, la que sabe que sólo desmontando y remontando las ciudades se logra conservarlas.
Él lo hizo en uno de sus últimos proyectos, en Sao Martinho do Porto, donde se esforzó para que la construcción de un nuevo edificio sirviera para conciliar las dos cotas de la villa, la baja del ensanche y la alta, con el centro histórico. ¿Cómo lo hizo? Con un edificio-recorrido, un inmueble sin tipología que mezcla lo público y lo privado y es, en realidad un camino. El Largo José Bento da Silva está salpicado de plazas, zonas de descanso, una oficina de información turística y pequeñas galerías. Y es a la vez mirador, con vistas sobre la bahía, y un ascensor que cose las dos cotas de Sao Martinho do Porto. Byrne demuestra así que la arquitectura es también un recorrido.
El arquitecto Gonçalo Byrne muestra sus obras principales
El Pais - A Coruña - Paola Obelleiro - 18.11.2010
A Coruña acoge una exposición con 14 trabajos del luso
Arquitectura es, dice Gonçalo Byrne, “habitar espacios, llenar de vida un vacío creando formas y estructuras para transformar y mejorar” el uso y disfrute de quienes viven en ese lugar. Y ese es el planteamiento con el que el arquitecto portugués configuró su primera exposición antológica en España, la que acoge desde hoy y durante casi cinco meses la Fundación Barrié de la Maza en A Coruña. Un recorrido por 14 obras de este premiado urbanista que pretende mostrar, según él mismo reseñó ayer, “la noción de territorio como espacio de compromiso entre ciudad y paisaje”, entre urbanismo y patrimonio cultural.
La renovación del entorno de una de las abadías cistercienses más importantes de Europa, como es la de Alcobaça (municipio natal de Byrne), o la inclinada y moderna Torre de Control de Tráfico Marítimo de Lisboa que da una continuidad en el tiempo a otras señales de la orilla del Tajo como es la Torre de Belem, integran esta selección de obras que su autor quiso exponer fundamentalmente a través de maquetas para que cada visitante pueda acercarse y percibir en mayor medida la relación entre territorio y urbanidad.
Unos volúmenes que se distribuyen en tres salas diferenciadas para mostrar ejemplos de intervenciones en lugares singulares como el complejo que construyó al pie del mar en la isla de Madeira, obras civiles concebidas como “contenedores de vida” como la sede ante las vías del tren, del Gobierno de Brabante en Lovaina (Bélgica), o proyectos de reciclaje “para dar una nueva existencia a edificios que entran en ruinas” como la remodelación del Museo Nacional de Machado de Castro en Coimbra. En ese apartado también figuran en A Coruña las viviendas y locales comerciales que Gonçalo Byrne (Alcobaça, 1941) desarrolla en la actualidad en Estoril-Sol, en Cascais, o el gran espacio cubierto de asambleas y presbiterio que se erige en el santuario de Fátima.
“Habitar una ciudad”, ahonda el arquitecto, “significa habitar el territorio introduciendo la dimensión del paisaje, no como un vacío residual, histórica y simbólicamente resistente a la ciudad, sino como una parte activa en el desarrollo sostenible” de las urbes.
Chimeneas que guardan historias
El Pais - Luis Ferreira Alvés- 19.06.2010
El nombre de este museo, Casa das Histórias, anticipa su contenido: lienzos, dibujos y grabados de Paula Rego, pintora portuguesa nacida en Lisboa en 1935, a la que muchos consideran una narradora. Siempre cuenta algo en sus cuadros, poblados de personajes inquietantes.
Rego sugirió que esta construcción en Cascais (a 30 kilómetros de Lisboa) no se denominase museo, una palabra que nunca le ha gustado, y pidió que la proyectase Eduardo Souto de Moura. Discípulo de Álvaro Siza Vieira y respetuoso con la tradición arquitectónica, en este caso la rotunda fachada es de hormigón teñido de rojo, a imitación de la terracota.
Ya lo anticipaba el arquitecto del estadio de fútbol de Braga (premio FAD de arquitectura) en una entrevista en 2007: “La piedra local puede costar el doble, y la atmósfera también se logra con materiales similares que no sean autóctonos”. El interior, luminoso y minimalista, aprovecha la altura de las dos airosas pirámides y el blanco de los muros para dar sensación de amplitud.
Premio Fad 2009: Estación Biológica de Garducho, Mourao. Ventura -Trindade arquitectos
«Un edificio solitario y singular situado en medio de la nada, que funciona casi como una pieza simbólica». Así se ha referido Arcadi Pla, presidente del jurado de los Premios FAD (Foment de les Arts i el Disseny) a la Estación Biológica de Garducho, en Mourao (Portugal), del joven Joao Maria Ventura Trindade —colaborador durante casi una década en el estudio de Joao Luis Carrilho de Graça y con estudio propio desde 2003—, que acaba de obtener el premio en la categoría de Arquitectura. Levantado un metro por encima de la cota más elevada del terreno y organizado en torno a un gran patio central, el proyecto transforma tres construcciones existentes para lograr la mayor área construida con la menor afectación de suelo. Placas fotovoltaicas en la cubierta y un depósito de pluviales hacen posible la autosuficiencia energética e hídrica, necesaria dado el emplazamiento del edificio.
Villa Utopía, vivir en una obra de arte
ABC - 24.09.2009


Centro Municipal Distrito Sur. Álvaro Siza en Rosario, Argentina
El Centro Municipal Distrito Sur Rosa Ziperovich se creó como parte de una operación urbanística de gran repercusión en una ciudad de territorio muy extenso como Rosario; un proceso de descentralización y modernización municipal que tiene por objetivo favorecer la participación ciudadana y acercar la gestión de gobierno a los intereses y necesidades de los vecinos, construyendo núcleos de desarrollo, de transformación y confort para la población. Esta es una de las seis sedes creadas por la municipalidad rosarina para concretar el proceso antes mencionado.
Para el proyecto, el municipio convocó al reconocido arquitecto Alvaro Siza. Esta es la primera obra del portugués en América del Sur. En ella se puede reconocer fácilmente su estilo, con un diseño sobrio de pureza estética y síntesis formal.
El edificio toma su nombre en homenaje a la Ciudadana Ilustre Rosa Ziperovich que luchó por la educación pública y los derechos humanos.
La localización de cada Centro ha sido pensada como generadora de nuevas centralidades urbanas, con una buena accesibilidad y con características que les permitan constituirse en referentes de las áreas en que se insertan. El Centro Distrito Sur se ubica en una zona siempre postergada de la ciudad, sobre un terreno de 8200 metros cuadrados. Las inmediaciones de terreno están ocupadas por viviendas bajas, con una altura predominante de seis metros, con líneas de árboles en las aceras, formando un paisaje urbano continuo
El edificio se inserta en el paisaje urbano sin alterarlo, como si siempre hubiese sido parte de él. A partir del reconocimiento del entorno, Siza respetó su horizontalidad y continuidad y desarrolló la obra en una sola planta, con una geometría que se identifica con la cuadrícula de la ciudad. Así, evitó realizar un edificio monumental pero sin renunciar al protagonismo de un edificio público.
La obra se ubica en el terreno abrazando sus bordes y se abren en un punto, invitando a ingresar en la inmensa plaza cívica descubierta que forma. El esquema funcional es muy sencillo para facilitar el reconocimiento de los espacios por quienes trabajan o visitan el edificio.
El Centro toma una imagen serena, caracterizado por sus largas líneas rectas, muros blancos con una base de piedra gris y grandes ventanales.
Fiel a su estilo característico, Siza tuvo especial cuidado en la iluminación natural y la prolongación de los espacios. Además, en su obsesión por los detalles diseñó cada parte del proyecto, incluyendo el amueblamiento.
El edificio se desarrolla en torno a una plaza cívica, con un esquema funcional claro y simple, dividido en dos áreas: una administrativa y otra socio-cultural. La vinculación entre espacios y actividades se facilita gracias al desarrollo de todo el programa en una sola planta.
Un gran pórtico de acceso conduce a la plaza central, donde los vecinos realizan actividades culturales al aire libre.
El sector cultural cubierto cuenta con un auditorio para 200 personas totalmente equipado, salas de usos múltiples y un área de talleres.
El sector administrativo rodea casi por completo la plaza y se accede por allí. Las fachadas hacia la plaza son de grandes ventanales, vinculando el interior con el exterior. Junto a los ventanales están las áreas de espera, delimitadas por un suelo de madera clara y un techo más bajo. A su lado se desarrolla la circulación, pegada a una tira de oficinas y marcada por una línea de columnas y solado de mármol.
La iluminación natural se aprovecha al máximo en el edificio. Una línea continua de ventanas ilumina la circulación por arriba del techo que cubre las áreas de espera, además de los frentes vidriados hacia la plaza. Las oficinas tienen ventanales de lado a lado y reciben luz a través de sus puertas vidriadas que las conectan entre sí y dan a la circulación.